Electrointerior
La música también puede sumar ausencias, aquellos que hacen marcas en el tiempo, son cuatro deseos mirando el porvenir, su vocablo repite la emoción del juego -play- y es ahí que encienden un rumor de silencios agotados, abandonados al noise, ultra-pops, ultra-robots. Saudí es el nombre de una banda de música pop, rock con fuertes trazos de electrónica, los cuales pueden notarse desde la primer escucha. Dos de los integrantes son bateristas, sin embargo… utilizan máquinas de ritmos, samplers y un largo etcétera de recursos personales. Un pulso constante que acierta muchas veces la diana de una música del futuro inmediato nada tradicional. Comienzan en el año 2013, a mediados de un mes frío como es agosto, la estación fue metáfora. Arrancaron lento a quitarse los icebergs, hasta descongelarse. Varias capas más abajo, en la roca ígnea aún había fuego, por cierto discreto, de un lugar sencillo, acaso rotundo, como lo es San Salvador. Se distorsiona el aire, un temblor se entierra y vuelve a salir por el campo, un brillo fuera de lo habitual, salen los sauditas alzando la voz! y buscan ese punto ciego donde perdés el compromiso con el rock and roll. Experimentadores dedicados, laboratoristas sonoros, alcanzan fusiones de texturas múltiples, atmósferas densas, reverberaciones salvajes. Adictos confesos al shimmer. Incluyen el sonido más eléctrico mediante sintetizadores, máquinas y programación, su espectro es tranquilo, deslizamiento espacial hacia armonías acordes. Fuera de borde sacrifican amor para dar amor, porque cultura es estar, accionar, poner el cuerpo y dar. Sólo así, en un día cualquiera todo glaciar comprende que sin dudas es enorme e infranqueable pero no por serlo cesa de ser esclavo, un pequeño en la montaña, un -on the rocks- de un dios. Así es el deseo, así es siempre el deseo…